El Registro Único de Víctimas está a punto de alcanzar la vergonzosa cifra de 9,2 millones de colombianos afectados por la guerra. En la práctica, todos los sectores de la sociedad han sido golpeados por ella: unos de peor manera que otros, pero todos han sufrido por la ‘ceguera’ que produce el mezclar armas con intereses políticos y económicos.

Desde campesinos, indígenas y afrodescendientes que viven a su suerte en las agrestes zonas rurales del país, hasta estudiantes universitarios, sindicalistas, políticos y empresarios en las ciudades, han padecido algún tipo de afectación por el conflicto armado. Mujeres y personas de orientación sexual diversa también han sido afectadas por cuestiones de género.

Y todos los grupos, tanto a los que la Constitución Política les concedió el monopolio de las armas para proteger a la Nación y sus habitantes, como los ilegales que apelaron a diversas ideologías para defender diferentes causas y acumular poder, arremetieron contra la sociedad civil con furia.

La puesta en marcha de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad abrió la puerta para empezar a sanar esas heridas, por medio de conocer y entender cómo ocurrieron los hechos que llenaron al país de dolor, miedo y ausencias. Diversas voces quieren ser escuchadas y hay muchas preguntas sin responder; por esa razón, las expectativas en el informe que publicará la Comisión a mediados del próximo año son enormes.

Con motivo del quinto aniversario de la firma del Acuerdo de Paz, VerdadAbierta.com conversó con el presidente de esa instancia extrajudicial, el padre Francisco De Roux, quien, con diez comisionados más y un amplio equipo de investigadores de diversas disciplinas, tiene la difícil tarea de poner a la sociedad de frente una realidad a la que durante décadas le dio la espalda.

VerdadAbierta.com (VA): ¿Cómo define estos tres años de mandato que les encomendó el Acuerdo de Paz?

Francisco de Roux: Ha sido una experiencia muy fuerte de encontrarnos con el país desde la profundidad de la tragedia humana, de lo que fue el conflicto armado y, muy particularmente, de los años durísimos de la guerra.

Ha sido un encuentro que a todos los miembros de la Comisión no ha tocado el alma y nos ha puesto en un camino complejo, de muchas preguntas. De qué es lo que nosotros realmente debemos y podemos decirle al país, en una perspectiva de compresión de qué fue lo que nos pasó para haber llegado a esta dimensión tan profunda de destrucción humana.

¿Cómo podemos tener un discurso que convoque para que en nuestras diferencias construyamos juntos el país que se merecen los niños de Colombia en adelante, sabiendo que tenemos legítimas posiciones políticas distintas, que tenemos distintas etnias, distintas culturas, distintas aproximaciones de género y distintas edades? ¿Y cómo sacar de allí una visión de conjunto para trabajar hacia adelante?

VA: ¿Cuál es su balance sobre la gestión de la Comisión de la Verdad? ¿Qué ha logrado la entidad?

FDR: En primer lugar, estoy absolutamente convencido de que el acontecimiento de la verdad, como yo lo llamaría, ha sido un hecho y creo que la Comisión ha contribuido muy seriamente a eso. No sólo en las 24 Casas de la Verdad en distintas de regiones del país, sino en la cantidad de eventos realizados.

Los eventos de escucha, los eventos de diálogo social; la multitud de películas, de pequeños videos, pero sobre todo de conversación con los sindicatos, con los indígenas, con los afros, con el mundo Rrom, con las comunidades LGBTI, con la gente que está en la cárcel, con las Farc, con los grupos religiosos, con los empresarios, con los medios de comunicación, con los militares, con la Policía, con políticos.

Es lo que nosotros llamaríamos el happening de la verdad: un interés creciente de la gente, al principio con muchas reticencias.

De otra parte, el estudio de la Comisión. Nos hemos reunido personalmente con 23 mil personas en encuentros largos. Cualquier evento de esos dura un día, para tratar de ahondar en su perspectiva de lo que sufrió en el conflicto. Básicamente son víctimas de todos los lados.

Esta Comisión se pregunta cómo llegar con un discurso que nos ayude a los colombiano a ir hacia adelante. Eso lo hemos vivido con una enorme honestidad, haciéndonos muchas preguntas a nosotros mismos. A ese propósito, quiero decir que ninguno de los comisionados pertenecemos a ningún partido político ni nos interesa que algún partido gane. Nos interesa que este país enfrente la verdad de lo que se vivió.

Estamos convencidos de que no vamos con una última verdad. ¿Como somos una institución de Estado habrá una verdad de Estado? No. Eso sería lo más estúpido y lo más falso. Queremos abrir un camino, pero partir de unas verdades sólidas, que hay que afirmarlas, y que duelen a todos los lados.

Por eso nuestro discurso no es políticamente correcto, pero con una propuesta: esto lo podemos construir juntos.

Foto: CEV.

VA: Hay muchas expectativas sobre el Informe Final que la Comisión está preparando. ¿Cómo va recoger todas las afectaciones y los impactos diferenciados que los colombianos sufrieron en más de 50 años de conflicto armado?

FDR: Ese es el tipo de preguntas que hoy en día se centra sobre nosotros de manera más honda. Tenemos un método que vamos afinando. El informe tendrá una introducción de ética pública, es una llamada al país.

Luego tendrá un resumen, un compendium muy organizado y riguroso, que será el documento central que recoge lo que enseñan cada uno de los capítulos y llega hasta las recomendaciones. Está escrito para el púbico de la República, para la sencillez de la gente. No es para académicos.

Luego tendrá los capítulos. Nosotros no somos historiadores, pero sí tendrán una aproximación desde el sentimiento de las comunidades, desde la forma en cómo la gente vivió esto y también desde el sentimiento de personas que fueron protagonistas en esto. El país sintió esto; eso es un punto de diferencia de lo que hacen las Comisiones de la Verdad: son muy vivenciales, pero contaremos una historia.

El capítulo de casos es una de las cosas más difíciles. Poder afirmar algo con absoluta seriedad, después de contrastar, sopesar, ver distintos puntos de vista e incluso renunciar a la hipótesis que uno tenía, es un trabajo muy hondo. Pero una vez que conoces una verdad, éticamente tienes la obligación de decirla pase lo que pase.

Tenemos que decirlo, aunque les moleste a nuestras familias, a los políticos de un lado o de otro. Ese es el desafío de la verdad. Espero que tengamos el coraje, la limpieza y la determinación de hacerlo, pero siempre con el cuidado de decirlo de tal manera que no sea una presentación de las cosas para incentivar venganzas, señalamientos y estigmatizaciones, porque eso no nos sirve para nada, sino para que comprendamos lo que pasó.

VA: ¿Cuántos capítulos tendrá el Informe Final y qué temas tratará?

FDR: Además del capítulo histórico y del capítulo de casos, habrá uno de afectaciones o sufrimientos de las comunidades. Ahí vemos afectaciones de empresarios, indígenas, mujeres, sindicatos, educadores, del personal de salud…

Luego tenemos un capítulo de cómo la gente, en medio de tantas dificultades, tuvo iniciativas de paz y luchó por la democracia; y encontramos periodistas que se jugaron por la paz; la Guardia Indígena y la Guardia Cimarrona que actuaron sin armas; los movimientos de paz del país, la cantidad de cosas que hizo la pastoral social, lo que hizo la Iglesia Menonita, lo que hicieron las universidades por la paz.

Tendremos un capítulo sobre las mujeres y la población LGBTI, los que fueron golpeados por su condición de género. Tendremos un capítulo sobre cómo se llevaron a los niños a la guerra. Tendremos un capítulo étnico que se concentra en la historia diferenciada de los indígenas y afros de Colombia.

Tenemos un capítulo de la comunidad en el exilio. La Comisión ha estado en contacto con 24 países distintos y nos movemos en un escenario de 500 mil colombianos que salieron por razones del conflicto exclusivamente y allí hay de todo. Hay militares que no aceptaron hacer ‘falsos positivos’, hay jueces que si no se salen los matan, hay personas que estuvieron en la Fiscalía y en la Procuraduría, hay indígenas, afros, sindicalistas, periodistas y empresarios que se fueron después de secuestros muy dolorosos.

Tenemos un capítulo que es más bien oral y muy conmovedor, que son las voces del conflicto. Y tenemos un capítulo de recomendaciones.

Eso da una idea de la estructura del Informe, pero tiene cruces muy hondos. La Comisión ha recibido 67 informes directamente del Ejército y de la Policía, y estas cosas las cruzamos y las centramos en el diálogo entre distintos capítulos.

VA: ¿Qué dificultades ha tenido la Comisión para realizar su trabajo?

FDR: Hay unas dificultades externas. El Acuerdo de Paz, con todas sus limitaciones produjo un cambio y logró que las Farc pararan su guerra y que el Estado parara esa guerra contra las Farc; el 20 por ciento desistieron y volvieron a la guerra, que es muy normal en estos procesos a nivel mundial.

Realmente hubo paz entre el Estado colombiano y un grupo que era muy duro en la guerra, pero paradójicamente Colombia quedó mucho más dividida. El plebiscito lo puso en evidencia y luego las elecciones presidenciales. Yo no diría que el país está polarizado políticamente, sino que está partido: hay agresiones, sospechas y desconfianzas.

Y la Comisión ha tenido que navegar dentro de eso. Nosotros somos una de las instituciones que nació del Acuerdo de La Habana y para un número significativo de colombianos, por el hecho de haber nacido de allí, no tenemos legitimidad. Nos pasó con el expresidente Uribe que nos dijo: ‘Yo no les acepto ninguna legitimidad y voy a hablar porque quiero contribuir a la verdad’. (Leer más en: La puesta en escena del expresidente Uribe con la Comisión de la Verdad)

Esas formas políticas que no solamente las ha hecho Uribe, de recoger este dolor y movilizar esa rabia e indignación para ponerla en contra de otros. Esto ha pasado de lado en lado en Colombia. En ese escenario navega la Comisión.

El otro escenario difícil es que ha sido un escenario riesgoso para las víctimas que vienen a hablar con la Comisión; para la gente que nos ha hablado en las cárceles, que temen que los maten por hablarnos. Por ejemplo, cuando hablamos con Mancuso -extraditado jefe paramilitar-, sus abogados fueron amenazados.

Otro elemento difícil es la pandemia. Por eso organizaciones de víctimas y de derechos humanos pidieron la extensión del tiempo de la Comisión. Debía terminar el 28 de noviembre, pero como somos una entidad de Estado, caímos dentro en las restricciones impuestas -para contener la pandemia-. Para nosotros es importantísimo salir a terreno a encontramos en la Colombia profunda con las víctimas y eso quedó totalmente obstruido.

No paramos. Todo ese año seguimos trabajando a través de los computadores, pero usted no puede entrar en conversación con un victimario que esté en su casa, al lado de sus niños y de su esposa, a que le cuente lo que él no ha querido contarle a nadie, y menos a su familia. ¿O cómo llegarle a una comunidad indígena en la montaña que no tiene posibilidad de comunicación?

Gracias a eso pedimos que se nos diera siete meses más para terminar el informe; y un par de meses en los que vamos hacer la socialización, vamos a ir por el país contándole las cosas. Afortunadamente eso lo vamos hacer una vez elegido el nuevo Presidente de la República. El Informe Final será presentado una semana después de la segunda vuelta presidencial.

Foto: CEV.

VA: Organizaciones de víctimas y de derechos humanos temen que el Informe Final no trascienda y se quede en círculos reducidos o comiendo polvo en estanterías. ¿Cómo será su presentación y qué pasará después? ¿Qué se hará para que el informe sea útil para las comunidades de regiones apartadas que llevaron la peor parte de la guerra?

FDR: Distinta a otras Comisiones de la Verdad, que entregaban el informe y se iban, nosotros vamos a ir poniendo la cara durante dos meses por todo el país. Empezando por hablarle al Congreso de la República, al equipo del Presidente, a las Cortes, a las universidades, a las comunidades, a los sindicatos, al Ejército y a las Farc. Eso lo vamos hacer personalmente, al igual que con medios de comunicación.

En segundo lugar, vamos a crear un Comité de Monitoreo y Seguimiento. Eso es parte del Decreto 588 que nos formó. Tal como lo hemos planteado, durante siete años, ese Comité cuidará que se pongan en marcha las recomendaciones que hace la Comisión en el Informe Final

En tercer lugar, estamos creando una red de aliados y depositando en ellos este esfuerzo que estamos haciendo. Para que lo reciba por supuesto críticamente, pero también para que continué el proceso en manos de ellos. Empezamos con un poco más de 3 mil organizaciones en todo el territorio nacional de toda índole.

Y luego vamos a hacer un esfuerzo muy grande de tipo pedagógico para preparar a la sociedad y entregarle el informe. Un elemento significativo es la trasmedia: la Comisión va a dejar en manos del país, con absoluta entrada libre, para que todo el mundo la pueda coger en el teléfono celular y pueda meterse en todos los documentos, todos los testimonios y todas las películas, para que el país haga su propia interpretación de lo que nosotros hicimos, y que pueda seguir avanzando en la conversación.

VA: Organizaciones de víctimas señalan que la falta de tiempo no permitió que muchas personas fueran escuchadas, incluso algunas alegan que la Comisión no llegó adecuadamente a la Colombia rural. ¿Comparte esa apreciación? ¿Cómo fue el esfuerzo para llegar a los rincones más profundos y tomar testimonios?

FDR: Hicimos lo que pudimos y vamos a seguir haciendo lo que podamos. Siempre habrá una insatisfacción totalmente legítima por parte de las víctimas. En el registro formal de víctimas del Estado hoy en día hay como 9 millones 200 mil víctimas.

Con cada víctima, o cuando vamos a la cárcel, nos gastamos uno o dos días; visitar una comunidad víctima en la montaña toma una semana. Si le dedicáramos un minuto a los 9 millones de víctimas, nos demoraríamos 17 años, trabajando 24 horas al día, para oírlas a todas. Es perfectamente legítimo ese reclamo, pero sí puedo decir: honradamente hemos recibido con toda el alma a todos los que han llegado a la Comisión, hemos salido a buscarles, hemos ido a los sitios donde nos parecía que las cosas eran más duras.

VA: Algunos sectores perciben que la Comisión le dio más importancia al hecho de hablar con todos los implicados o a la reconciliación, que a la misma construcción de verdad. Como ejemplos refieren la comparecencia del expresidente Juan Manuel Santos sobre ‘falsos positivos’, la conversación con el expresidente Uribe y la comparecencia de Salvatore Mancuso con Rodrigo Londoño, en donde no fueron refutados ni hubo contrastación. ¿Comparte esa apreciación? ¿Habrá contrastación en el Informe Final?

FDR: Eso se contrasta en el informe completamente. El objetivo final es la reconciliación de este país, y eso no se puede hacer sino a partir de la verdad, y de la verdad de la forma más sólida. Quizás lo que pasa es que, en el método nuestro, hay algunas cosas que hay que mirarlas con cuidado.

Nosotros no somos una entidad jurídica. Nosotros no podemos obligar a nadie a que venga a la Comisión, nosotros invitamos y le damos a las personas la posibilidad de hablar. Nosotros hacemos preguntas, pero no las hacemos de tal forma que busquemos obligarla a que se reconozca culpable en público ante el país. Si en un proceso jurídico no se le puede obligar a una persona que declare contra sí misma, mucho menos nosotros.

Sin embargo, en todos estos casos públicos tenemos preparaciones personales muy largas y hondas. A Mancuso le hicimos visita personal a la cárcel. Una comisionada fue a Estados Unidos a conversar con él y tenemos 26 horas de grabación en detalle, que no lo presionamos para que los dijera en público, pero que son absolutamente importantes.

Previa a la conversación con el presidente Santos, hubo dos conversaciones largas con los miembros del plenario de la Comisión. Y nos acomodamos a la forma de cada presidente. El expresidente Gaviria nos recibió en su casa dos veces, el presidente Pastrana vino a la Comisión, el presidente Samper también. Fuimos donde el presidente Uribe porque no quiso venir, pero queríamos que todos los presidentes estuvieran y escucharlos. Después tuvimos con el presidente Uribe una conversación privada.

Si uno coge cualquier episodio de esos puede parecerle que no da todo. Yo diría que estos son unos procesos. La respuesta total no puede darse en un sólo paso y todas las respuestas parciales son incompletas. Uno va acumulando cosas, para llegar a algo que esperamos entregar en el Informe Final.

De todas maneras, también sabemos que hagamos lo que hagamos, vamos a ser criticados de todos los lados. Nos va criticar el Ejército, la Policía, todos los candidatos, los presidentes… De todos los nos van a criticar porque la verdad es una lucha. Esperamos que haga bien y trabajamos para que haga bien.

VA: A todas las personas que consultamos para este informe especial le hacemos la misma pregunta: en retrospectiva, tras cinco años de implementación del Acuerdo de Paz, con sus aciertos y errores, a pesar de que algunas regiones están incendiadas por nuevos ciclos de violencia y que el país no vive en el escenario proyectado, ¿valió la pena el proceso de paz con las Farc?

FDR: Estoy convencido de que sí. No sólo porque la guerra grande fue muy dura y se acabó. Y hay una segunda razón por la que estoy convencido: después de conversar con los sindicatos, las organizaciones sociales, los indígenas, los afros, los jóvenes de las universidades, hay un rechazo muy grande del país a la guerra, como no lo hubo antes.

A mí me tocó vivir épocas en las que organizaciones sociales y organizaciones que luchaban por derechos, no estaban en la guerra, pero la legitimaban. Decían: ‘Bueno, por lo menos tiene que haber una retaguardia que proteja la lucha social y que nos defienda -perdón- contra estos hijueputas’.

Hoy en día no hay eso. Hoy en día ves a los sindicatos, a las organizaciones sociales y a los campesinos luchando por la paz y una verdadera convicción de que todo lo que la guerra tocó, lo dañó. Eso es nuevo en Colombia. Son muy pocos quienes piensan que es legítima la guerra del Eln o de las disidencias.